Este ritual de salvia que tú me ofreces. El árbol esbelto y erguido. Recojo tus hojas y anido en tu tronco, tu tronco caído.
Contemplo los soles y Diana, a la caza, se viste dormida. Tu tronco que es mío. Que crece y que surca los mares. Que anciano resulta y tan fuerte nos sabe.
El perfume de tus ramas, la serenidad de tí. Un ritual, sí, que es sólo mío.
lunes, 5 de mayo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario