Verano

martes, 17 de junio de 2008

 




Con la sombra de la almohada cierro los candados de miedo.
Me aproximo a la puerta y, en la noche, compruebo que está abierta.
Cuánta luz hay aquí fuera. Mi eterno sol, el sol en la montaña que tanto me acerca al orgasmo celestial.
Ahora ya todos son soles de centeno y luz en mi pelo.
Camino, medito y soy consciente de que crezco, en la rama de un olivo.
El calor, la luz, el rozar de la playa, el placer de la piel, todo es mariposa. Una mariposa serena y frágil que no recuerda su fecha de muerte.

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